martes, 24 de mayo de 2011

Continuando con el libro de ayer...

"Decir que no es posible la neutralidad en educación equivale a afirmar que la escuela puede servir tanto para reproducir la sociedad como para cambiarla.
Desde una perspectiva ética,  puesto que en toda cultura existen a la vez valores y contravalores, pensamos que la escuela no debe limitarse a transmitir acríticamente la totalidad de la cultura dominante, pero tampoco tiene derecho a dilapidar ese "rico legado de recuerdos" que, según Renan, caracteriza a una nación. Debe encontrar el difícil equilibrio entre adaptación y transformación social. (...) La educación en valores no es una línea educativa más entre otras, sino la clave de validación o de descalificación de cualquier proyecto educativo que pretenda ser humanizador".
(GONZÁLEZ-CARVAJAL, L. "Entre la utopía y la realidad" Curso de Moral Social, Ed. Sal  Terrae-Presencia Social. Santander, 1998. Pp. 288-289).
Cuando leo este tipo de cosas no puedo dejar de pensar: ¡cuánta responsabilidad tenemos los maestros y maestras! ¿realmente somos conscientes de ella?
Y vuelvo a algo que ya he comentado en alguna ocasión: necesitamos hacer un trabajo serio personal, caminar en conocimiento propio que nos devuelva "pistas" verdaderas de cuál es nuestra escala de valores, qué soñamos y qué queremos para el futuro, por qué apostamos,... qué sociedad y qué mundo anhelamos, ordenar nuestra escala de valores, aún sabiendo que ésta no queda fija para siempre, que vamos cambiando y que nos vamos situando de modo distinto a lo largo del tiempo, pero que hay un fundamento último que va permaneciendo...

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